Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.
DÍA SEIS: 6 de mayo.
Visita a la imagen de
NUESTRA SEÑORA de los DOLORES, que se venera en la Iglesia Parroquial del
Pueblo de Acatzingo.
La Imágen de
Nuestra Señora de los Dolores de Acatzingo, a quien hemos consagrado el día de hoy
se venera en una hermosa capilla de la Iglesia parroquial de este pueblo; y es
sumamente reverenciada y frecuentada de muchos que de partes muy distantes
vienen en peregrinación a visitarla. Según refiere el «Zodiaco Mariano» esta
Imagen pertenecía a una piadosa señora, natural de Puebla y vecina de Acazingo
llamada Da. Antonia Negreros; y aunque respecto a su origen y al modo
con que vino a su poder, se habla con variedad, todos sin diferencia alguna,
concuerdan en que la devoción y culto de esta santa Imagen, comenzó desde que
la vieron sudar, lo cual sucedió de esta manera. Habiendo
la Sra. Negreros advertido un día que la Imagen sudaba, se llenó de admiración
y de afecto hacia ella, y procuro cuanto pudo ocultarlo; pero no
consiguió evitar que llegara a oídos del señor cura del pueblo, que era
entonces el Lic. D. Juan Cesati, el cual vino, inmediatamente que lo supo, a la
casa de dicha señora, y se convenció, por el testimonio de sus propios ojos, de
que el Sudor era verdadero. Dispuso, en consecuencia, que la Imagen fuera
llevada a la iglesia parroquial, y allí volvió a sudar copiosamente; y
enjugándole el sudor con algodones, volvía a brotar de la misma manera, con
admiración y pasmo del inmenso concurso, que, atraído por la fama, había venido
a presenciar tan grande maravilla; y notaron que al mismo tiempo hubo grande
alteración en el aire, y horrorosa oscuridad y multiplicados truenos.
Poco tiempo después se resfrió la devoción, que
al principio había sido muy fervorosa, y Dña. Antonia, que no había olvidado a su
querida Imagen, la extrajo un día secretamente de la parroquia, y la llevaba
consigo; pero habiendo sido advertido el señor cura, fué en su seguimiento, y
la buena señora enrolló la Imágen, que es de lienzo, y la sumergió en la fuente
de la plaza, con ánimo de volver luego por ella; pero el cura lo observó, sacó
la Imágen, y la volvió a llevar a la parroquia; y muchísimos vecinos tomaron
ese día agua de la fuente, mirándola como reliquia.
Con este motivo se
renovó la devoción con mayor fervor que antes, y luego trataron de erigir a la Imágen
la bellísima capilla en que hoy se venera, á diligencias de la cofradía que se
fundó en su nombre. Anualmente se le hace muy solemne función el día 5
de Setiembre, en memoria de que, en igual fecha, se verificó el segundo sudor.
Finalmente, diremos, que son innumerables los
retablos que se ven en la capilla, en los cuales se ponen a la vista de todos los
prodigios que Dios ha obrado por medio de esta santa Imagen, lo cual nos debe
llenar de confianza y de reverente amor hacia la Madre de Dios Nuestro Señor, a
quien esperamos acompañar y bendecir por toda la eternidad.
VIDA DE MARÍA
Desposorios de la Santísima Virgen con Señor San José.
La más
pura de las mujeres y el más justo de los hombres van a unirse en matrimonio,
obedientes a la divina inspiración: María,
la Virgen sin mancha, entiende que es voluntad de Dios que se despose con José,
y al momento obedece; sabe por una parte que Dios ha aceptado su voto de
perpétua virginidad; sabe por otra que Dios dispone que se despose con el
Santísimo José; no sabe cómo conciliar dos cosas, al parecer tan opuestas, y se
abandona en manos de la Providencia, y ¡con cuánta razón! Apenas se ha desposado, da cuenta a José de su
voto de virginidad, y el varón justo lo ratifica lleno de regocijo celestial, y
revela a su Esposa, que está ligado con otro semejante. ¡Qué ejemplo tan sublime y tan heroico de
amor a la virtud santísima de la castidad, nos dan en esto los esposos más
santos de la tierra! ¡Qué prodigios de la divina gracia! unir a dos personas ligadas por el voto de
perpétua virginidad, en una nación en donde, no solo la doncellez, sino aun la
esterilidad, eran reputadas por las más denigrantes notas; pero de todo
prescinden estos santísimos esposos, y consagrando a
Dios una vida sin mancha, hacen el más heroico de los sacrificios, para
conseguir practicar la castidad.
CASTIDAD DE MARÍA
María, Azahar fragantísimo y delicado.
(Citrus aurantiifolia)
¡Con cuánta razón han escogido los poetas la
primorosa flor del naranjo para simbolizar la castidad! ¿Dónde
podrá encontrarse un aroma más lindo que el del azahar, asi como el de la preciosa
virtud que hoy admiramos en María? ¡Qué primorosa su
blancura, como el de la aureola brillantísima que en el cielo coronará a las vírgenes,
y muy especialmente a su Reina! Acaso no hay otra
flor que esparza su delicado aroma, por un espacio más dilatado, ni con más
agradable intensidad, llenando todos los ámbitos del más espacioso jardín; asi como la castísima María llenó los cielos y la tierra
con su fragrancia, y deleitó de una manera grandiosa y especial al Rey del
universo, y lo atrajo desde el cielo a su seno virginal.
ORACIÓN
¡Dios te salve, Virgen Purísima, Paloma
inmaculada, Espejo sin mancha! ¡Dios te salve mil veces! ¡Cuán hermosa te
presentas en tus desposorios con el virtuosísimo Sr. S. José! ¡Cómo resplandece
en este soberano misterio tu incomparable castidad! Nosotros la
admiramos, Virgen Santísima, y la reverenciamos humillados; te damos los
plácemes más afectuosos por el mérito grande que entonces contrajiste, por lo
mucho que entonces agradaste al Señor. Envíanos un leve destello de esa pureza sin
igual; con solo que vuelvas tus ojos cariñosamente, puedes mudar nuestro corazón;
hazlo, Madre benignísima; limpia de esa manera nuestra alma del lodo de la
impureza en que se halla sumergida, para que así obtengamos la gracia, y podamos,
estando limpios, entrar al cielo, cuando llegue la hora de nuestra muerte. Amén.
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1°—Ponderemos el infinito valor de la celestial virtud
de la castidad; espiritualiza al hombre como
ninguna otra, asemejándolo a los ángeles, porque vence al tercer enemigo de
nuestra salvación, que es la carne, cuyos brutales apetitos, una vez
satisfechos, hacen al hombre de la misma condición que los irracionales.
2º—Admiremos el grado heroico en que María poseyó
esta virtud, pues que, si hace al que la practica
semejante a los ángeles, María, que es la Reina de los ángeles, ¿en qué grado la
practicaría?
3º—Pidámosle que nos la conceda; y para conseguirlo,
veneremos con mucha devoción sus santas Imágenes,
pues mucho se complace en ello, como lo ha demostrado, entre otros muchos
modos, haciendo sudar a su prodigiosa Imágen de los Dolores de Acatzingo, para
promover su culto, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
La Virgen sin mancha
Camina al altar,
Brillando en sus ojos
La luz celestial;
Y aunque es la Doncella
Terror de Satán,
La Virgen más pura
Que el orbe tendrá,
Por orden del cielo
Se va a desposar
Con un varón justo,
De estirpe real,
Con el nieto excelso
Del rey de Judá,
El hombre más santo
Que el mundo verá;
Ya llegan, ya se unen,
Y tiemblan quizá,
Porque han prometido
Por siempre guardar
La virtud heroica
De la castidad;
Y ambos ignorantes
Están de que amar
El otro pudiera
La virginidad,
Pues se han desposado,
Queriendo no más,
Cumplir del Eterno
La gran voluntad;
Más cuando a María
Le va a revelar
José su promesa
De virginidad,
Escucha asombrado
A su Esposa hablar,
Diciendo que estaba
Por un voto igual,
Ligada por siempre
Delante el altar.
De júbilo inmenso.
Que nunca expresar
Podrá con su idioma
El hombre jamás,
El pecho se llena
Del justo mortal,
Y ofrece a su Esposa
Jamás la tocar;
Le jura por siempre
Su amor fraternal,
Y eterno respeto
Como al mismo altar;
Y allí en el momento
Moró el bienestar,
Y allí puso luego
Su trono la paz.
Querubes ni arcángeles
Llegar a imitar
Tan grande pureza
Pudieron jamás.
¡Gloria a Dios! que quiso
Tan alto ensalzar,
Con este consorcio,
La prole de Adán.
PRACTICA PARA MAÑANA
Pronunciar el nombre de MARÍA, cuantas
veces se recuerde, con grande sentimiento de amor.
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