jueves, 18 de marzo de 2021

NOVENA EN HONOR DE SAN JOSÉ. DÍA NOVENO.


—Hecha la señal de la Cruz, hacemos el Acto de contrición:

 

 

   Trinidad Santísima, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, en quien creo, como en Verdad infalible; en quien espero, como en Poder infinito; a quien amo sobre todas las cosas, como a Bondad inmensa a quien me pesa de haber ofendido, por ser infinitamente digno de ser, amado; a quien adoro, como a mi Dios, y Señor; a quien deseo ver, como a centro de mi alma; y a quien alabo, como a mi Soberano bienhechor: gracias te doy con todo el afecto de mi corazón por la inexplicable dignidad a que sublimaste al Señor San José, escogiéndole para Padre adoptivo de Jesús, para dignísimo Esposo de María, y para Cabeza de la Casa de Dios en la tierra elevándolo después a muy sublime gloria, y poder en el Cielo. Por estos títulos que tuvo en su vida, animado yo, y muy confiado con lo poderoso de su intercesión, te pido el favor que ahora solícito, sí conviniere a tu gloría, y a mi salvación. Y por lo mucho que gustas, Dios mío, de que lo amemos, te suplico enciendas mi corazón, y los de todo el mundo, en el amor, y devoción para nosotros tan provechosa, del Sacratísimo Patriarca Señor San José y que nos des tu gracia para hacer con todo fervor esta Novena. Amén.

 

 

 

—Se dirá la siguiente oración para todos los días:

 

 

 

Oración para todos los días.

 

 

   ¡Oh, bienaventurado San José, escogido por el mismo Dios para ser digno esposo y fiel custodio de las grandezas, gracias y privilegios singularísimos de la augusta Madre de Dios, la Inmaculada y siempre Virgen María, Madre mía amantísima! ¡Oh, defensor y libertador invicto del Niño Jesús, a quien supisteis alimentar con el pan que ganabais con tanto trabajo con el sudor de vuestro rostro! ¡Oh, potentado divino, que tuvisteis poder sobre aquel que era omnipotente, el cual, no sólo os obedecía, sino que os estaba sujeto en todo!... ¡Qué grande, qué admirable aparecéis a mi vista, iluminada por la fe! Aquí tenéis a vuestros pies a este devoto, que os rinde el humilde homenaje de su alabanza y amor, y os suplica, le alcancéis del Señor la gracia que os pide en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y salvación de mi alma.

 

 

 

—Recemos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri, en honor del Santo, para que nos alcance del Señor las gracias que por su intercesión pedimos en esta novena.

 

 



 

Oración para el día noveno.

 

 

   Al contemplar vuestra justicia y santidad, ¡oh, esposo castísimo de la Madre de Dios!; al oír al mismo Dios, que os apellida, varón justo y os reconoce como tal en el único acto de vuestra vida en que pudierais haber dado algún motivo a los fariseos para mancillar en algo vuestro proceder de no delatar a vuestra Esposa, y así pensabais hacerlo, porque la considerabais inocente e ignorabais el incomprensible misterio de la Encarnación del Verbo, no puedo dejar de tributaros un acto de admiración y alabanza y el deseo de que seáis glorificado por todo y por todos.

 

 

   ¡Ah! Bien merecisteis, como premio de vuestra justicia, y prudencia, perfectísimas, que descendiera del cielo un ángel para aseguraros, en nombre del Eterno Padre, que el altísimo misterio de la Encarnación del Verbo en las purísimas entrañas de la Inmaculada y siempre Virgen María, vuestra Esposa, era obra del Espíritu Santo. Admirando vuestra justicia prudentísima, y viéndoos dar a Dios lo que es de Dios, al prójimo mucho más de lo que le es debido y, a vos lo que os mandaba el Señor, deseoso de imitar vuestras virtudes, os suplico, varón justo y santo, según el sentir de Dios, me alcancéis la hermosa virtud de la justicia, para que, practicándola con la perfección con que vos la practicasteis, merezca alcanzar de Dios, por vuestra intercesión, el ser fiel devoto vuestro hasta el fin de mi vida: el aumento de vuestros verdaderos devotos: las gracias que os he pedido en esta novena: la exaltación de la fe, el triunfo de la Iglesia y del Vicario de Jesucristo, la unión en caridad perfecta del pueblo fiel y cristiano, bajo la dirección de los prelados de la Iglesia, la conversión de los herejes, cismáticos e infieles, y para todos vuestros devotos, la perseverancia final en la gracia, como prenda segura de nuestra salvación. Amén.

 

 

 

—Pidamos al Santo, de rodillas, la gracia que deseemos alcanzar del Señor, por su intercesión, en esta novena.

 

 

—Se hará la pausa de un Avemaría, y después se hará la siguiente súplica al Santo, que se repetirá todos los días con la oración final.

 

 

 

   Acordaos, ¡oh, castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío, San José!, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro socorro sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a vos con todo fervor.

 

 

   ¡Ah!, no desechéis mis súplicas, ¡oh, padre putativo del Redentor!, antes bien, acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.

 

 

 

Oración para terminar todos los días.

 

 

   Os ofrezco, ¡oh, glorioso Patriarca!, esta novena, tan de vuestro agrado y enriquecida con tantas gracias y favores como venís concediendo a cuantos la hacen con devoción.

 

 

   Suplid vos, Santo mío, el fervor y devoción que me ha faltado, y dadme desde el cielo vuestra paternal bendición, y con ella la fidelidad y constancia en seros siempre devoto hasta la muerte, lo cual apreciaré como prenda de mi eterna salvación. Amén.

 

 

 

—Sea entre todas las cosas bendito y alabado, etc.

—Ave María purísima.

—Sin pecado concebida. 



APOSTOLADO DE LA PRENSA —1926.

 

 

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