Novena impresa por Bernardo Plá en el
año 1780, con aprobación del Obispado de Barcelona.
COMENZAMOS:
29 de septiembre.
FINALIZAMOS: 7 de octubre (fiesta de Nuestra Señora del Rosario).
Hecha la Señal de la Cruz y el Acto de
Contrición, y rezado el Rosario delante de alguna imagen de la Virgen
Santísima, meditados sus misterios con toda la devoción posible, se dirá lo
siguiente.
ORACIÓN INICIAL
¡Oh
tiernísima Madre! ¡Oh clementísima Virgen siempre pura y sin mancha, María! A vuestra maternal piedad acude
ansiosa mi alma, deseando exhalar en vuestras plantas santísimas el corazón en
filiales ternuras y cariñosas fragancias de vuestras místicas rosas. Vos, Madre
de misericordia, viendo el mundo en vísperas de perecer al inminente estrago de
la justa indignación de un Dios ofendido, plantasteis en la Iglesia, por medio
de vuestro siervo y privilegiado hijo Santo Domingo el místico árbol del Santo Rosario,
para que, en sus rosas, o en sus misterios y oraciones tengan los pecadores
medicina contra el mal de la culpa, los penitentes aliento para la penitencia,
y los justos el mejor fomento de la virtud y preservativo contra el pecado. ¡Oh!, bendigan y alaben todas las criaturas la
ingeniosa invención de vuestra excelentísima caridad. Haced, Madre y Señora
nuestra, que abracemos todos con un corazón fino y humilde tan santa
devoción y percibamos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas
rosas sean en nuestros labios y corazón, para los pecadores medicina, para los
penitentes aliento, y para los justos aumento de gracia a honra vuestra y
gloria de la Trinidad Beatísima. Amén.
DÍA NOVENO - 7 DE OCTUBRE
«Ahora, y en la hora de nuestra muerte»,
estamos siempre expuestos a perder la gracia de Dios; pues velan siempre para
perdernos los enemigos de nuestra alma. ¡Cómo puede dormir mi corazón! Haced, Madre
mía, que la memoria de mi flaqueza, y de la necesidad en que estoy siempre de
los auxilios de Dios para permanecer en el camino de salvación, me inspire un
santo fervor y perseverancia en la devoción de vuestro Rosario. Rogad por mí
ahora y siempre, para que nunca se aparte de mi corazón el santo temor de
disgustar y perder a mi amantísimo Dios. Haced que no se aparte de mi memoria
aquel último momento de la vida, que habrá de ser decisivo de mi eterna suerte.
¡Oh terrible
e ignorado momento! Para
entonces, ¡oh
Madre de piedad!, para entonces os llamo, para entonces os invoco, a
vuestra misericordia apelo.
Vos, que moristeis transportada de un santo divino amor, rogad por mí en
la hora de mi muerte: concededme el mayor, el único consuelo de morir bajo
vuestra protección en el amor de mi dulce Jesús. Por Vos recibí del Padre celestial aquel
grande don, que es mi Redentor: Recíbame por Vos en aquel punto su misericordia; para que
logre el gozo de poder ser siempre suyo, y adorar eternamente aquel infinito
amor con que me salvó. Amén.
— tres Avemarías y Glorias en
reverencia de las tres órdenes de misterios del Santo Rosario. Inmediatamente
pedir con confianza el favor o gracia que se desea obtener con esta santa
Novena.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, poderosa
abogada, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Si
ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma, consoladme Madre mía,
alcanzándome el favor que de la Divina misericordia solicita mi corazón. Por
aquellos intensísimos deseos con que, ansiosa de la salud de todo el mundo,
suspirabais la venida del Redentor, por aquel indecible gozo que llenó vuestro
corazón al concebir en vuestro seno virginal al mismo Dios, por aquella
confianza y autoridad de Madre con que podéis presentar nuestros ruegos al que
es árbitro soberano de nuestro bien empeñad una y otra en favor nuestro.
Conseguidnos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan
dulce libro la fiel imitación de vuestro Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo
y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.
GOZOS EN HONOR A NUESTRA
SEÑORA DEL ROSARIO
Virgen Rosa celestial
De fragantísimo olor:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
Rosa del Cielo escogida
Sois en vuestra Anunciación,
Rosa en la Visitación
A vuestra prima querida:
Y Rosa, que sin dolor
Parió a Dios en un portal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
Rosa humilde os elegisteis
En la Purificación,
Cuando sin obligación
A la ley obedecisteis:
¡Qué ejemplo tan superior
Dais con obediencia tal!
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
¡Oh, qué gozosa os mostrasteis,
Cuando con tal regocijo
Tres días perdido al Hijo
En el Templo le encontrasteis!
El hallazgo de esta flor
Dio nueva vida al Rosal:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
En vuestro sacro Rosario
Se ven las rosas más finas
Del huerto, azotes y espinas,
La Cruz al hombro, y Calvario,
De esta púrpura el color
Os dio belleza inmortal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
Rosa en la Resurrección
Alegre y bella os mostráis:
Y al Empíreo enamoráis
En la gloriosa Asunción:
Del Espíritu de amor
Gozáis el mayor raudal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
De vuestro Hijo a la diestra
Subís, y allí coronada
Sois nuestra dulce Abogada,
Vida y esperanza nuestra:
Y mostráis al Redentor
Vuestro pecho virginal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
De gozos, penas y glorias,
¡Oh Virgen!, os coronáis,
Y a vuestros Cofrades dais
Salud, consuelo y victorias:
Siempre se encuentra el favor
En vuestro amor maternal.
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
Pues con eterno candor
Sois el más puro cristal,
Alcanzadnos del Señor
Perseverancia final.
Virgen, Rosa celestial
De fragantísimo olor:
Vos sois la Rosa mejor,
Que destierra nuestro mal.
℣. Ruega por nosotros, Reina del Sacratísimo Rosario.
℟. Para que seamos dignos de las
promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh
Dios, cuyo
Unigénito por su vida, muerte y resurrección nos granjeó el premio de la
salvación eterna, concedednos os suplicamos, que, recordando estos misterios
del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos lo que
contienen, y obtengamos lo que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
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