Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.
DÍA CUATRO: 4 de mayo.
Visita a la Imagen de NUESTRA
SEÑORA DE COSAMALOAPAN, que se venera en su iglesia parroquial en el pueblo de este
nombre.
Esta milagrosa
Imagen de María Señora Nuestra, es el amparo y consuelo, no solamente del pueblo
de Cosamaloapan, sino de todo el Estado de Veracruz, como lo manifiestan los
prodigios que todos los días obra en favor de aquellos habitantes, y la tierna devoción
que todos ellos le profesan; favores y devoción
que se han continuado sin interrupción en dos siglos y medio que tiene la santa
Imagen de ser venerada en Cosamaloapan. Cuál haya sido su origen, y cómo
viniese a este pueblo, dice el «Zodiaco Mariano,» no
consta por relación alguna impresa o manuscrita; solo se sabe por tradición de padres
a hijos, que en el camino que va de la Veracruz vieja a la nueva, hallaron una
mula muerta cargada con una caja rotulada «a la iglesia
de Cosamaloapan,» y que dentro venia la dicha Imagen; pero quién la
enviaba, quién la llevaba, quién mató a la mula, nunca se ha sabido ni aun
siquiera por tradición; pero sea de esto lo que se quiera, la protección que
María Santísima dispensa a aquella comarca, por medio de esta sagrada Imagen,
es tan visible, que los Sres. Obispos le han otorgado multitud de gracias, y el
mismo Sumo Pontífice concedió jubileo plenísimo en los días de la Asunción y de
la Concepción de la Santísima Virgen.
En el primero de estos días es la fiesta
principal, solemnizándose también el segundo, y en uno y otro y en los días de
las novenas, el concurso de gente es innumerable, yendo muchísimas personas de
Veracruz, Alvarado, Cordoba, Ornaba, Puebla y aun de otras partes más remotas.
La Sacrosanta
Imagen parece representar la Soledad de la Santísima Virgen: es de talla de vara y cuarta de estatura, y tiene en la
parroquia de Cosamaloapan una capilla muy buena con un decente tabernáculo,
guarnecido con vidrieras: se ven
colgados en la capilla muchos votos, que son otros tantos testigos de la beneficencia
con que la soberana Reina ha favorecido a sus devotos, que en esta sagrada
Imagen la han implorado en sus necesidades, no siendo menor testimonio de la
piedad de los fieles, las alhajas con que se halla adornada.
La fama de los prodigios obrados por la santa
Imagen, llegó a oídos del Lllmo. Sr. Obispo de Puebla, D. Juan de Palafox,
quien dispuso que se escribiesen y autenticasen los principales, y de, los cuales
tomaremos dos ó tres, por no permitirnos referir más la extensión de este devocionario.
Navegando de Alvarado a Veracruz una fragata,
sobrevino tan fuerte temporal, que estando cerca de Medellín, dio la fragata,
contra unos arrecifes, y se hizo pedazos tan completamente, que solo quedaron
pequeños fragmentos, y en ellos se mantuvieron quince personas tres días con
sus noches, sin comer, beber ni dormir, y sumergidas en el agua hasta la cintura.
Invocaron entonces con verdadera fe a Nuestra Señora de Cosamaloapan, prometiendo
ir descalzos en romería a su Santuario, si los libertaba de tan grande peligro:
los oyó la Gran Señora, cesó el viento, salieron a tierra en una balsa que se
proporcionó y cumplieron su promesa.
Un niño, hijo de Juan Alvarado, vecino de Veracruz,
estaba agonizando, de suerte que ya se tenía prevenida la mortaja para
enterrarlo: sus afligidos padres ocurrieron por el remedio a Nuestra Señora de
Cosamaloapan, y luego cobró el niño la salud; y para memoria del prodigio
colgaron la mortaja en la capilla de la soberana Reina.
Una mujer, también de Veracruz, se quebró
una pierna; fué, aunque con muchos dolores y grande trabajo, al Santuario de
Cosamaloapan, y luego quedó sana.
Un religioso franciscano huía perseguido por
los indios de Nuevo-México, y se encontró con un rio muy caudaloso que le
impedía pasar, cuando ya los indios lo alcanzaban: en tal conflicto invocó a la
Virgen de Cosamaloapan y sin saber cómo, se halló en la orilla opuesta y fuera
de peligro; por lo que, agradecido, vino al Santuario en romería.
No concluiríamos,
si tratásemos de referir los demás prodigios de esta sagrada Imagen; basten los
dichos para avivar nuestra fe, y encender más y más nuestro afecto hacia la Reina
de los Ángeles.
VIDA DE MARÍA
María en el Templo.
Hemos admirado ayer justamente la
pronta obediencia de María Santísima a la voluntad de Dios, en su presentación
al templo; examinemos hoy con respeto las heroicas
virtudes que practicó durante su permanencia en él, y nuestra admiración se
aumentará como la de un hombre que no había visto la luz, y después de la
aurora contempla la brillantez del sol. Todas las virtudes practicó
María en grado heroico durante su residencia en el templo, pero la que más sobresalió
fué la humildad.
¡Qué empeño para no distinguirse entre sus compañeras! ¡qué solicitud para
servir en cuanto podía! ¡qué creencia tan profunda de su indignidad ante Dios,
cuando no tenía criatura semejante en el cielo ni en la tierra! ¡qué desprecio
a los honores y la gloria del mundo! ¡cómo sacrificó al Señor su juventud, sus
goces, el porvenir halagüeño que el mundo le ofrecía, y hasta su misma
reputación, pues al consagrar a Dios su virginidad, echaba sobre si, en opinión
de su pueblo, un grande baldón, porque renunciaba a la esperanza de ser
ascendiente del Mesías!
HUMILDAD DE MARÍA
María, rozagante y bellísima Campánula.
(Campánula médium.)
¡Con cuánta razón se ha dedicado a María el
mes de las flores! los jardines matizados de vividos colores, simbolizan en
cada una de sus plantas las perfecciones y atributos de la Reina del Cielo, y
la campánula, entre ellas, nos ofrece un símil bellísimo de la humildad de
María. El tallo de la campánula es pequeño, no descuella, sino que antes
se oculta entre las otras flores, como la Virgen Santa pretendía hacerlo entre
sus compañeras: estando inclinada, dirige sus pistilos hacía el suelo como los ojos
de María: su bellísimo color violado carece del brillo
de los de otras flores, porque parece que no quiere llamar la atención, pero no
por esto es menos hermosa ni deja de atraerse las miradas con lo numeroso de
las flores de sus lindos ramilletes, como la humilde María, que no quería ser
conocida, pero que lo era como nadie por sus muchas buenas obras.
ORACIÓN
Grande es ¡oh Virgen Sacratísima! Nuestra confusión, al comparar tu profundísima humildad, siendo la virtud misma, con nuestra soberbia, cuando somos el mismo pecado: te rogamos encarecidamente que nos dirijas una mirada de compasión, la cual nos dará gracia para que nos enmendemos: asi te lo pedimos, interponiendo para conseguirlo, los méritos que contrajiste durante tu permanencia en el templo de Jerusalén, y confiamos en que lo obtendremos a vista de la protección que tu misericordia dispensa; por medio de tu milagrosa Imagen de Cosamaloapan, y entonces se cumplirá el mayor de todos nuestros deseos, que es hacerte compañía y alabarte por toda la eternidad.
Amén.
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1°—Llenémonos de vergüenza a la vista de nuestra
soberbia, y lloremos todos nuestros pecados
con el mayor dolor.
2º—Consideremos, con
el pecho lleno de la más viva gratitud, el beneficio incomparable que nos hizo
el Señor al dotar a su Santísima Madre de tan relevantes méritos, puesto que podemos interponerlos entre nuestras almas y la
divina Justicia.
3º—Consideremos detenidamente los funestísimos
efectos de la soberbia, que ha ocasionado la caída de los ángeles y de los
hombres en el cielo y en el Paraíso: ella es
la que ha traído consigo la ruina de los imperios, la destrucción de las
ciudades, la muerte de innumerables hombres en sangrientas batallas, las acciones
más innobles y la pérdida de muchísimas almas: detestémoslas
en consecuencia, y amemos la humildad, fuente de incalculables bienes eternos y
temporales, etc.
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
Contemplad a la cándida Virgen
Ante el ara de Dios prosternada;
Contempladla, su frente sagrada
Sobre el polvo llorando poner.
Al cielo alza plegaria sencilla,
Que se eleva cual humo de incienso.
Y al pasar por el cóncavo inmenso
A los astros conmueve el placer.
De rodillas se pone el arcángel
Y la toma y la lleva al Eterno,
Y el augusto Jehová sonríe tierno,
Escuchando tan santa oración.
Mientras tanto la Virgen sin
mancha
En su inmensa humildad imagina
Que no irá a la presencia divina
La plegaria que eleva a su Dios.
Y la escucha el Señor más benigno,
Porque humilde cual nadie la envía
La Purísima y bella María,
Que á Jehová como nadie agradó.
Y el Criador con semblante
risueño,
Asi dice de amor conmovido
Al Empíreo que estaba reunido
De su espléndido trono en redor:
«La rodilla doblad respetuosos.
Y mirad de Solima el Santuario.
Allí se halla el divino
Sagrario,
Donde iré por el hombre a
morar:»
«Como á Reina adoradla humillados,
Tan heroica virtud
admirando,
Que María en Salem
practicando
Consiguióme cual nadie
agradar.»
Y entretanto la tierra ignorante
A su augusta Señora no via,
En la célica y bella María
Que por ella rogaba al Señor.
Mas nosotros por dicha suprema
Como Madre afectuosa la amamos,
Y cual Reina y Señora le enviamos
Humillados ferviente oración.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Rezar una Ave María cada vez que se oiga dar
alguna hora.
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